Tu perro puede saber por tu voz si estás feliz o triste

Alberto H Por Alberto H 5 minutos de lectura
Tu perro puede saber por tu voz si estás feliz o triste -Revista Interesante

Los científicos acaban de proporcionar evidencia de algo que la mayoría de los dueños de perros saben desde hace mucho tiempo: resulta que los perros pueden saber si estás feliz o triste según el tono de tu voz.

En los últimos años, en la Universidad Eötvös Loránd de Hungría, un equipo de investigadores utilizó tecnología de resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés), que rastrea el flujo sanguíneo en diferentes áreas del cerebro, un signo de mayor actividad, para llegar a las mentes de los perros.

Uno de los pocos grupos de laboratorio en el mundo que utiliza la tecnología de esta manera realizó un estudio en un grupo de 11 perros. Los animales, analizados con el escáner fMRI, tuvieron que escuchar diferentes sonidos.

Según el artículo publicado en la revista Current Biology, el cerebro de los perros parece tener un área dedicada que muestra más actividad en respuesta a las voces (ya sea habla humana o ladridos de perros) que a otros ruidos sin sentido (como vidrios rotos). y que parte de esta zona muestra más actividad al escuchar un sonido emocionalmente positivo en comparación con uno negativo.

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Por supuesto, no está claro qué pasa exactamente por la mente de los perros cuando escuchan estos ruidos, pero esto sugiere que pueden distinguir una voz feliz de una triste.

Tu perro puede saber por tu voz si estás feliz o triste

El cerebro humano tiene un área específica dentro de la corteza auditiva primaria que responde más al sonido de una voz humana que a ruidos no vocales y responde de manera diferente dependiendo de la valencia emocional de la voz, es decir, si transmite tristeza, felicidad, ira o otras emociones. Esto se sabe desde hace más de una década.

Esta interesante arquitectura neuronal parece ser una de las adaptaciones evolutivas que nos permite depender tanto del lenguaje hablado para comunicarnos. Al colocar a los perros en la máquina de resonancia magnética funcional, los investigadores se interesaron por ver si sus cerebros también incluían estructuras que parecían cumplir la misma función.

Durante varias sesiones, los perros escucharon alrededor de 200 sonidos cada uno, que se dividieron en tres categorías (voces humanas, vocalizaciones de perros y ruidos sin sentido), rastreando su actividad cerebral mientras escuchaban cada tipo de sonido. También escanearon a los perros en silencio. Luego, los investigadores realizaron exactamente el mismo experimento con 22 participantes humanos como comparación.

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Su principal hallazgo es que ciertas áreas del cerebro de los perros respondieron más cuando escucharon vocalizaciones (ya fueran de otros perros o de humanos) en comparación con ruidos no vocales. «Un descubrimiento muy interesante es que, tanto en el cerebro humano como en el de los perros, estas ‘áreas vocales’ están situadas en lugares muy similares», afirmó uno de los especialistas implicados en este estudio.

Los experimentos también revelaron algo aún más intrigante sobre la capacidad de los perros para reconocer ruidos vocales: sus cerebros mostraban diferentes tipos de actividad dependiendo del tono feliz o triste de los sonidos que escuchaban, ya fueran de humanos o de perros. Cuando escucharon sonidos felices, como grabaciones de un hombre riendo o un perro ladrando en respuesta a que su dueño regresa a casa, ciertas áreas de su corteza auditiva mostraron consistentemente más actividad que cuando escucharon el sonido de un humano o de un perro llorando. .

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Encontrar una correlación entre un estímulo externo y un determinado tipo de actividad cerebral no nos permite comprender completamente la cognición de los perros. Pero sugiere que estos animales son capaces de distinguir entre ruidos sin sentido y comunicación vocal, y reconocen que un ser humano que llora transmite un mensaje muy diferente al de uno que ríe.

En este punto, no está claro si esta sensibilidad emocional es un comportamiento aprendido (el resultado de que estos perros vivan con humanos) o una adaptación evolutiva.

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