¿Cómo navegaron los vikingos por las frías y turbulentas aguas del Atlántico Norte y más allá durante siglos, evitando los icebergs y navegando incluso en condiciones climáticas adversas, antes de la llegada de las brújulas?
Ahora, una serie de simulaciones por computadora parecen dar credibilidad a una herramienta misteriosa que se menciona a menudo en las historias de los pueblos nórdicos: los cristales polarizadores o «piedras solares». Según el estudio, publicado en la Royal Society Open Science, estas piedras podrían usarse para rastrear la posición del Sol incluso cuando el cielo estaba completamente cubierto de nubes, lo que permitía a los vikingos orientarse.
En concreto, además de los excelentes conocimientos astronómicos y marítimos que poseían, los vikingos miraban al cielo a través de estas piedras solares para determinar la posición exacta de la estrella, invisible a simple vista en condiciones climáticas adversas, deduciendo así la dirección correcta para sus barcos.
No hay rastros de cristales polarizantes en los distintos naufragios vikingos descubiertos hasta la fecha. Sin embargo, una posible evidencia circunstancial de su uso proviene de un pequeño cristal cuadrado encontrado a bordo de un naufragio británico del siglo XVI que se hundió en 1592 cerca de la isla Alderney en el Canal de la Mancha. Es posible que los marineros británicos del pasado conocieran algunos de los secretos de la navegación de los vikingos que navegaron por esas aguas antes que ellos.
La hipótesis de los investigadores a partir de las pruebas fue que ciertos cristales de calcita particularmente puros, como el Islandia Spat, una variedad de calcita particularmente transparente, podrían usarse para detectar la polarización de la luz solar, el fenómeno que se produce cuando la luz encuentra un obstáculo en su camino. como la niebla.
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Observando el cielo a través de estas piedras y aprovechando sus propiedades de birrefringencia (duplicación por refracción de un haz de luz al entrar en determinados medios), fue posible rastrear la dirección de polarización de la luz y, por tanto, la posición del Sol en el cielo, necesaria para establecer la ruta del agua. ¿Pero podría realmente funcionar esta técnica?
Científicos de la Universidad Eötvös Loránd en Budapest, Hungría, realizaron simulaciones por computadora de viajes vikingos entre la ciudad de Bergen, Noruega, y el asentamiento de Hvarf en la costa sureste de Groenlandia. Este viaje hacia el oeste habría requerido tres semanas de navegación en un típico barco vikingo a una velocidad de 11 km/h.
Los investigadores simularon 3.600 viajes en buen tiempo entre el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, variando parámetros como la intensidad de la nubosidad, el tipo de cristal utilizado y el número de veces que lo utilizaron los marineros. Cada vez que se utilizaron las piedras, se ajustó el rumbo. Cuando los marineros de la simulación utilizaron los cristales cuatro veces al día, llegaron a Groenlandia entre el 32% y el 59% del tiempo que tardaron en ese viaje.
Pero cuando los consultaron cada tres horas, llegaron allí entre el 92 y el 100 por ciento de las veces.
La clave del éxito, además de la frecuencia de las observaciones, fue su distribución equitativa a lo largo del día, con el mismo número de «lecturas» de las piedras por la mañana y por la tarde.
