Hoy conocemos a los fenicios principalmente a través de los relatos de sus vecinos y de los pueblos que entraron en contacto con ellos. Por ello, algunas fuentes históricas los elogian y otras los menosprecian.
El nombre de fenicios que utilizamos hoy en día se lo dieron los griegos. Phoiniki o Φοίνικες (en griego antiguo) significa púrpura y está asociado con la producción del color púrpura, por el que eran conocidos y apreciados.
Desafortunadamente, sus escritos históricos no han resistido la prueba del tiempo. Desaparecieron, junto con las bibliotecas destruidas de Tiro y Cartago, durante las conquistas macedonia y romana.
Por lo tanto, debemos confiar en el testimonio de otros y en fuentes como autores griegos y romanos, así como en escritos egipcios y asirios.
Los fenicios vivían en la zona del Mediterráneo oriental, en el actual Líbano y en las zonas vecinas de Siria e Israel. Se cree que emigraron del mar de Eritrea. Se supone que sus raíces son semíticas, pero poco más se sabe porque los consideramos una alianza de comunidades comerciales y no como un país con fronteras territoriales. La civilización fenicia duró aproximadamente entre 1550 y 300 a. C., cuando los persas, y más tarde los griegos, conquistaron Tiro.
La edad de oro de su cultura es el período comprendido entre el 1200 y el 300 a.C.
Dado que vivían en una estrecha zona costera con posibilidades agrícolas limitadas, ante el crecimiento demográfico recurrieron a una nueva fuente, que fue el mar. El mar se convirtió así en su «nuevo granero», no sólo en el sentido existencial, sino incluso en un campo en el que desarrollaron todo su potencial como constructores navales, marineros, comerciantes y colonizadores.
Construyeron puertos en la costa que se convirtieron en ciudades que se convertirían en las más poderosas de esa época: Tiro, Sidón, Beirut y Biblos. Utilizaron su riqueza natural (la madera de cedro) para construir barcos. Los fenicios construyeron barcos mercantes cortos y extremadamente duraderos, que fueron los primeros barcos de la historia conocida con cubiertas elevadas.
Con el tiempo, adquirieron habilidades marítimas y viajaron más allá de las fronteras de su territorio. El mar se convirtió así en su ruta comercial y en la base para el desarrollo de determinadas ramas de la industria. Florecieron la construcción naval, la pesca, la producción de tinte púrpura, vidrio, tejidos finos y el trabajo preciso de metales, especialmente oro y plata.
Los fenicios eran hábiles artesanos, de ellos se heredó la técnica de producción del vidrio.
Comerciaban con el Antiguo Egipto y con todo el Mediterráneo central y occidental. Eran verdaderos artistas de oficio. No sólo comerciaban con bienes sino que también prestaban diversos servicios.
Un ejemplo de tal comercio es el acuerdo entre el rey judío Salomón y el rey fenicio Hiram de Tiro sobre la construcción del templo en Jerusalén. El rey Hiram le dio a Salomón los materiales de construcción, los servicios y el conocimiento de sus hombres para cortar y transportar la madera y preparar la construcción del templo. A cambio, los fenicios aseguraron por contrato que el rey Salomón les proporcionaría los productos agrícolas necesarios para los próximos 20 años: 20.000 medidas de trigo y 20.000 medidas de aceite de oliva prensado.
Con el tiempo se empezaron a construir muelles de carga y descarga así como de almacenamiento de mercancías por todo el Mediterráneo. Esos muelles se convirtieron gradualmente en nuevos puertos, ciudades y, finalmente, colonias de comerciantes fenicios. El centro de toda ciudad siempre ha sido el puerto, el corazón comercial y económico de la ciudad. Así, desarrollaron toda una red de colonias que se extendía hacia el oeste hasta el mar Mediterráneo.
La primera de estas ciudades fue probablemente Kition en Chipre, construida en el siglo IX a.C. Posteriormente fundaron varias ciudades coloniales, primero en islas cercanas y luego en las costas del norte de África y el Mediterráneo occidental. Fue el siglo de la expansión internacional de los fenicios. Nacieron las ciudades, entre las que se encuentran Cádiz y Málaga en España, hoy se conocen Útica, Cirene y la más importante de las ciudades: Cartago, fundada en el año 814 a.C. y que se convierte en la capital de todas las colonias occidentales, incluso más poderosas que Tiro y Sidón.
Curiosamente, también comerciaban con pueblos con los que no tenían buenas relaciones. Así, existen leyendas que afirman que desarrollaron el llamado comercio a larga distancia. Descargaron sus mercancías en tierra y se retiraron a sus barcos. Luego, los compradores se acercaban a los bienes, los inspeccionaban y dejaban una cierta cantidad de dinero o ciertos bienes. Luego los fenicios desembarcaban nuevamente y inspeccionaban la cantidad ofrecida. Si estaban satisfechos, se marchaban. De lo contrario, dejaban todo en tierra y regresaban nuevamente a los barcos. Así, el comercio continuó indefinidamente. Y si al final no quedaban satisfechos, tomaban sus bienes y se marchaban. Nunca hubo obstáculos para el comercio.
Al convertirse el Mediterráneo en su segunda patria, desarrollaron habilidades cada vez más específicas en construcción naval y navegación. Los fenicios construyeron barcos adecuados para largos viajes por mar.
Se trataba de barcos largos, estrechos y estables, mucho más rápidos y resistentes a las olas. Hasta donde se sabe, fueron de los primeros en utilizar anclas, velas y el cielo estrellado para orientarse en el mar. Para los viajes largos, inventaron el almacenamiento de alimentos en sacos de cuero para los alimentos secos y en ánforas de arcilla para los líquidos.
No se sabe qué distancia ni dónde viajaron en sus barcos. Sin embargo, según el historiador griego Heródoto, el faraón egipcio Necao II empleó en el siglo VII a.C. una flota fenicia encargada de circunnavegar el continente africano, lo que les llevó tres años.
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Heródoto afirmó que viajaron a lo largo de la costa atlántica de España y Marruecos. Sigue siendo una cuestión abierta hasta dónde llegaron a través del Atlántico, es decir, si navegaron hasta el actual territorio del continente americano, como indican algunos hallazgos arqueológicos no confirmados.
El comercio desarrollado también implicaba llevar registros, celebrar contratos comerciales y correspondencia diversa, por lo que fue en el campo de la escritura donde los fenicios hicieron una contribución importante. Hicieron un alfabeto simple de 22 caracteres donde cada carácter representaba un sonido, aunque no tenían caracteres para las vocales.
Esta forma de escribir se extendió rápidamente más allá de las fronteras del país y ya en el siglo IX a.C. fue aceptado en todos los países vecinos y en las colonias fenicias, como cualquier otro producto comercial. Posteriormente, el alfabeto fue adoptado por los griegos y adaptado a su lengua, así como más tarde por los romanos, formando el alfabeto latino.
Durante más de 1.000 años, los fenicios fueron los marineros más hábiles y sus barcos navegaron por todo el Mediterráneo. Y esos barcos no sólo transportaban mercancías comerciales, sino que también difundían habilidades de navegación e información sobre construcción naval por todo el mundo conocido. Hubo navegantes que dominaron las rutas marítimas, mucho antes de que se inventara la brújula.
