La historia del teflón: de un error de laboratorio a un invento revolucionario en la cocina

Daniel M Por Daniel M 7 minutos de lectura
La historia del teflón: de un error de laboratorio a un invento revolucionario en la cocina

El politetrafluoroetileno (PTFE), más conocido como teflón, es un revestimiento antiadherente muy popular en la actualidad. La superficie es tan resbaladiza que prácticamente nada se pega ni es absorbido por ella.

El teflón es inerte a casi todos los productos químicos, lo que lo hace ideal para cocinar. De hecho, es seguro decir que cada familia tiene al menos una sartén, olla a presión o placa calefactora recubierta de teflón. ¿Pero cuál es su historia?

Aunque parece haber sido diseñado para su uso en la cocina, el teflón en realidad fue el resultado de un accidente en el laboratorio del científico estadounidense Roy Plunkett. La idea era crear un refrigerante con una gran cantidad de gas tetrafluoroetileno, un compuesto incoloro e inodoro.

Pero el experimento del científico fracasó en el último momento.

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Gracias a su error, tenemos un producto que no sólo es importante en la cocina, sino en numerosas industrias: comunicaciones, electrónica, medicina, procesos industriales y arquitectura. Por ejemplo, el teflón PTFE es necesario para garantizar que un dispositivo médico no acumule bacterias durante los procedimientos, pero también tiene altas propiedades antiadherentes.

Esta es la historia del teflón.

Una sustancia química accidental llamada teflón

Nacido en Ohio en 1910, Plunkett creció en la pobreza y asistió al Manchester College en Indiana, donde su compañero de cuarto fue el futuro premio Nobel Paul Flory (honrado por sus contribuciones a la teoría de los polímeros).

Al igual que Flory, Plunkett obtuvo su doctorado en la Universidad Estatal de Ohio. Su tesis versó sobre el mecanismo de oxidación de carbohidratos.

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En 1936, tras completar su doctorado, se incorporó a la EI du Pont de Nemours (ahora conocida como DuPont) como investigador científico.

La primera investigación de Plunkett en el Laboratorio Jackson de DuPont en Nueva Jersey consistió en desarrollar nuevos refrigerantes de clorofluorocarbonos, preferiblemente no tóxicos ni inflamables, para reemplazar refrigerantes menos deseables como el dióxido de azufre y el amoníaco.

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Estaba experimentando con gas tetrafluoroetileno (TFE), almacenado en botes de 1 litro a temperaturas cercanas al hielo seco hasta que estuvieran listos para ser clorados para los experimentos.

En la mañana del 6 de abril de 1938, Plunkett pidió a su asistente de investigación, Jack Rebok, que montara el aparato experimental con uno de los cilindros de TFE utilizados el día anterior.

Normalmente, cuando se abría la válvula del recipiente, el gas escapaba bajo su propia presión. Pero esta vez no pasó nada. Sin embargo, el peso de la botella no cambió. Al darse cuenta de que simplemente no quedaba gas en el cilindro, Plunkett, desconcertado, lo puso boca abajo y un polvo blanco cayó sobre la mesa del laboratorio.

Finalmente, los dos hombres decidieron abrir el cilindro y encontraron aún más polvo depositado en el fondo y las partes inferiores.

El gas TFE se había polimerizado (algo que la teoría predominante en ese momento no predecía) en un sólido ceroso conocido como politetrafluoroetileno (PTFE) (es decir, lo que hoy llamamos teflón), con la superficie de hierro dentro del recipiente actuando como catalizador.

Experimentos con revestimiento antiadherente.

Aunque inicialmente el experimento se consideró un fracaso, el PTFE resultó tener algunas propiedades notables. Por ejemplo, el politetrafluoroetileno era resistente a la corrosión y al calor y tenía una fricción superficial muy baja.

Estos atributos llamaron la atención del general del ejército estadounidense Leslie Groves, quien reconoció casi de inmediato que este material era diferente y tenía potencial. Así que Roy Plunkett y otros científicos de DuPont se propusieron reproducir el PTFE para utilizarlo, a petición de los militares, como revestimiento de válvulas y juntas de tuberías que contienen uranio para armas nucleares.

Sin embargo, al final de la Segunda Guerra Mundial, DuPont le dio el nombre que hoy todos conocemos, teflón, y encontró un uso más compatible con el capitalismo de la Guerra Fría: recubrir ollas y sartenes.

Unos años antes, en la década de 1950, los científicos inventaron copolímeros que conservaban la mayoría de las propiedades químicas y mecánicas del PTFE, pero eran mucho más seguros.

Esto llevó al ingeniero francés Marc Grigoire a inventar las primeras sartenes antiadherentes recubiertas de teflón en 1954 (p.La sartén antiadherente de teflón se comercializó en Francia con el nombre de «Tefal» en 1954).

La historia del teflón: de un error de laboratorio a un invento revolucionario en la cocina

El éxito del producto fue tan grande que, siete años después, se diseñó el primer utensilio de cocina antiadherente inventado en Estados Unidos. Y con él, el PTFE se convirtió en un polímero revolucionario para cocinar alimentos.

Cómo el teflón cambió nuestras vidas

La historia del teflón: de un error de laboratorio a un invento revolucionario en la cocina

Hoy en día, el teflón tiene muchas aplicaciones industriales, ninguna de las cuales está relacionada con sus orígenes en tiempos de guerra. Por ejemplo, se utiliza en limpiaparabrisas, muebles, bombillas e incluso en algunos productos para el cabello.

En el campo médico, se utiliza como material de injerto en cirugía y como recubrimiento para catéteres porque mantiene las bacterias y otros agentes infecciosos alejados de la superficie.

Sin embargo, el uso más importante de este polímero fue en la cocina. La razón por la que una tortilla no se pega a la sartén es porque tiene tiras de teflón que la hacen impermeable a estos ingredientes.

La historia del teflón: de un error de laboratorio a un invento revolucionario en la cocina

El PTFE es una molécula larga en forma de cadena formada por átomos de carbono y flúor. El flúor se une tan fuertemente al carbono que otros átomos no pueden penetrar, por lo que simplemente se deslizan fuera de la superficie.

Esto nos muestra que la historia de la ciencia está llena de descubrimientos accidentales que pueden tener un profundo impacto en nuestra vida diaria. El teflón es, en nuestra opinión, el mejor ejemplo de ello.

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Por Daniel M Redactor jefe
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Emprendedor con amplia trayectoria en el mundo de los negocios online. Ha destacado por aprender en cada situación a mejorar y a ofrecer lo mejor de si mismo.
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