Las mediciones de cambios de temperatura, humedad, presión atmosférica, viento, precipitación y partículas atmosféricas son una forma de monitorear y predecir el clima.
El desarrollo de la ciencia y la tecnología también es muy importante en este segmento de la vida y somos testigos de diversas investigaciones que indican el cambio climático, pero muy a menudo, dada la gran cantidad de información, rara vez llega a las personas.
Uno de los proyectos de investigación más populares sobre eventos climáticos es un proyecto llamado HAARP (Programa de Investigación de Auroras Activas de Alta Frecuencia).
El Programa de Investigación de Auroras Activas de Alta Frecuencia es un proyecto conjunto de varios socios: el Departamento de Defensa de EE. UU. y numerosas universidades (Universidad de California, Los Ángeles, Instituto Tecnológico de Massachusetts, Stanford, Dartmouth, Universidad de Alaska, Tulsa, Clemson, Penn State , Maryland y la Universidad de Cornell).
Desde 1990 hasta 2007, estudiantes y en su mayoría especialistas en el campo de la física del plasma intentaron investigar y comprender cómo funciona una parte muy compleja de la atmósfera superior, llamada ionosfera (que se encuentra a unos 80 kilómetros de la superficie de la Tierra).
Hicieron esto principalmente para comprender qué sucede en la ionosfera cuando hay un evento fuerte en la superficie del Sol, como erupciones solares o tormentas geomagnéticas, que creían que podrían causar interrupciones en el funcionamiento de los satélites y otros medios de comunicación.
A medida que la Tierra se conectó cada vez más con los sistemas eléctricos y de telefonía móvil, se pensó que había una mayor posibilidad de que una fuerte tormenta solar causara numerosas perturbaciones en el futuro, y la idea era determinar cómo afecta la ionosfera a los cambios que se producen. en la superficie del Sol.
Un elemento importante de la vida, la atmósfera, es sólo una parte de un sistema más amplio llamado sistema climático, que afecta directamente a todas las formas de vida en la Tierra, y cada vez somos más testigos de su gran impacto en la vida humana. Además de la atmósfera, otras partes importantes de uno de los sistemas más complicados y difíciles de entender, los llamados Climas, son: la hidrosfera (océanos, mares, ríos, lagos), la criosfera (superficies de hielo de la Tierra, glaciares, regiones de nieve), la superficie de la tierra y la biosfera (la llamada zona de vida).
Los científicos se han interesado especialmente en la ionosfera debido a su capacidad de afectar las señales de radio, pero también en el cinturón de Van Allen, que se encuentra encima de la ionosfera y forma parte de la magnetosfera, porque la radiación de ese cinturón puede poner en peligro el funcionamiento de los satélites.
Para monitorear todo esto, los científicos crearon un laboratorio en Gakona, Alaska, y, además de albergar varios instrumentos de diagnóstico, instalaron una serie de 180 antenas de alta frecuencia que en conjunto pueden emitir 3600 kilovatios de ondas de radio en frecuencias de 2,8 a 10 megahercios ( rango de alta frecuencia) que permite que instrumentos altamente sensibles midan los procesos físicos que ocurren en esa banda.
Este centro de investigación en Alaska estuvo abierto a visitantes curiosos mientras estuvo activo, y las numerosas fotos y explicaciones de cómo construir el conjunto de antenas HAARP todavía permiten a los entusiastas de la ciencia construir uno ellos mismos si así lo desean.
Esta tecnología también ha sido de interés para miembros del Departamento de Defensa de Estados Unidos debido a su uso más amplio, especialmente cuando se trata de innovaciones en comunicación.
Esta tecnología está lejos de ser lo suficientemente poderosa como para afectar el cambio climático, provocar terremotos o cambiar el estado de ánimo de las personas. La falta de comprensión de la tecnología y el desconocimiento de la ciencia climática han llevado a interpretaciones completamente erróneas sobre el uso de esta tecnología.
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La tecnología HAARP ha sido probada según todos los estándares de radiación electromagnética en todos los lugares donde se ha implementado. La emisión electromagnética de HAARP en el lugar público más cercano es menor que en muchas áreas urbanas donde otros dispositivos emiten ondas electromagnéticas.
HAARP emite una frecuencia de radiación muy baja, por lo que no puede afectar el estado de salud o mental de las personas. Las pruebas han demostrado que las tormentas ionosféricas no son lo suficientemente fuertes como para afectar el clima en otras áreas de la atmósfera y, por lo tanto, no existe ninguna posibilidad teórica de que el conjunto de antenas HAARP afecte el clima de una región más grande.
Los estudiantes e investigadores de Alaska, así como los miembros de las industrias militares, aún no tienen la tecnología para dirigir ondas de radio a las partes superiores de nuestra atmósfera y crear un escudo o provocar terremotos o inundaciones catastróficas, y ciertamente no controlan la mentes de millones de personas a través de la tecnología HAARP.
El sistema climático del planeta Tierra es mucho más complejo de lo que algunas personas creen, y los científicos continúan buscando los secretos ocultos de cómo funciona.
