Hermanas, hijas y eventualmente esposas: ¿Por qué los faraones egipcios practicaban el «incesto real»?

Elena Garcia Por Elena Garcia 4 minutos de lectura
Hermanas, hijas y eventualmente esposas: ¿Por qué los faraones egipcios practicaban el "incesto real"? -Revista Interesante

Para la familia real del antiguo Egipto, el matrimonio significaba la obligación de proporcionar un heredero con quien la dinastía tendría legitimidad y continuidad. Sin embargo, muchos de estos herederos fueron fruto del incesto.

Durante décadas, los egiptólogos han planteado numerosas teorías sobre los motivos que llevaron a los faraones a hacer tal cosa y si tales matrimonios realmente tuvieron lugar o fueron de naturaleza ritual. La más famosa es la llamada «teoría de la princesa», según la cual la legitimidad la otorgaba la línea femenina de la familia real. Se consideraba ideal que los gobernantes fueran herederos legítimos si eran fruto del matrimonio del faraón y su hermana, para que de esta unión nacieran bebés de “sangre pura”.

Si esto no era posible, entonces se llegaba a un acuerdo entre el faraón y sus hijas (si las tenía), que representaban el siguiente eslabón en la línea femenina de «herencia».

Esta teoría se refiere principalmente al reinado de la XVIII dinastía, en la que faraones como Amosis I o Ahmose I, Amenhotep I o Tutmosis II se casaron con sus hermanas. Pero dentro de la misma dinastía hubo reyes como Tutmosis III, Amenhotep II y Amenhotep III que se casaron con mujeres de origen no real, rompiendo así la línea de sucesión asumida por la teoría anterior. Entonces hay pros y contras.

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Respecto al matrimonio de un faraón con una de sus hijas, los más conocidos son los casos de Ramsés II y Akenatón. Estas pasaron de ser “hijas del rey” a “esposas del rey”.

De esta manera, según creían, se aseguraba la «pureza» en la línea de herencia. En tiempos de crisis se recurría al matrimonio entre parientes cercanos para establecer una línea dinástica, como ocurrió durante la fundación de la XVIII Dinastía –que unificó al país–.

Esta práctica también impedía la entrada en la familia real de candidatos que competirían con el heredero o cuestionarían la legitimidad de su acceso al trono, al tiempo que proporcionaba a las princesas egipcias maridos de rango real: no se casaban con extranjeros.

Imitando a los dioses

En lo que coinciden los expertos es en que los miembros de la familia real, a través de estos matrimonios, especialmente entre hermanos y hermanas, intentaban reproducir el comportamiento de las deidades egipcias y así fortalecer su vínculo con ellas. Según la mitología egipcia, la unión de las deidades primordiales se produce entre parientes: Shu (aire) y Tefnut (humedad), Geb (Tierra) y Nut (cielo), Osiris e Isis, Seth y Neftis.

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Al imitar estos matrimonios, los soberanos enfatizaban ante su pueblo su naturaleza divina, así como la de todo el reino, al tiempo que se separaban del resto de la sociedad, que no practicaba el incesto. Por tanto, la conclusión de los expertos es que al casarse con una hija o una hermana, los faraones confirmaban su naturaleza divina al tiempo que intentaban asegurarse herederos legítimos.

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