La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia en las personas mayores. Pero la conexión entre esta palabra y la neurociencia es bastante reciente.
En 1892, el neurólogo rumano Gheorghe Marinescu y el patólogo francés Paul Oscar Blocq ya habían identificado las lesiones cerebrales que son la base de los trastornos de la memoria. En ese momento, ninguno de los dos asociaba las placas seniles, unas acumulaciones entre las neuronas, ni con el envejecimiento ni con la demencia.
Así, el psiquiatra y neuropatólogo alemán Alois Alzheimer fue quien definió por primera vez el síndrome, en 1906, tras asociar por primera vez las placas seniles descubiertas por Marinescu y Blocq con comportamientos extraños y pérdida de memoria a corto plazo, desorientación y finalmente la muerte. La enfermedad es intratable, irreversible y con pronóstico mortal.
Alois Alzheimer y sus primeros pasos en la neurociencia
La vida de Alois Alzheimer siempre estuvo ligada a la ciencia, desde su nacimiento el 14 de julio de 1864, en Baviera, hasta sus inicios como médico en 1888, por recomendación de su padre.
Creía que los tejidos del cuerpo humano eran fundamentales para establecer las causas biológicas de los trastornos psicológicos. Por ello dedicó sus primeros años como neuropatólogo al estudio de los tejidos nerviosos y de la anatomía normal y patológica de la corteza cerebral.
Alois Alzheimer pudo describir los cambios histopatológicos en la epilepsia, la enfermedad de Pick (un tipo muy raro de enfermedad neurodegenerativa) y las principales causas de las demencias ateroscleróticas y degenerativas. Esto le permitió convertirse en un científico famoso a los 30 años.
Sin embargo, la cima de su carrera la alcanzó en 1901 cuando conoció a Auguste Deter en el Asilo Municipal de Lunáticos y Epilépticos donde ella trabajaba.
Descubriendo un nuevo tipo de demencia
Auguste era una mujer de 51 años con una pérdida de memoria muy avanzada. Inicialmente, la paciente sufría ataques incontrolables de celos que la llevaban a creer que su marido la engañaba con una vecina. Por eso, Alois Alzheimer pensó que padecía demencia vascular y utilizó el método más común para tratar esta enfermedad. Básicamente, le sometió a baños relajantes y terapias de movilidad para aliviar sus síntomas de delirio.
La demencia vascular es el segundo tipo de demencia más común en la actualidad, pero fue uno de los primeros trastornos neurológicos en descubrirse. Binswanger introdujo el término en 1898 para referirse a la confusión, parálisis y falta de discernimiento causada por el bloqueo del suministro de sangre al cerebro. Así, estas terapias resultaron eficaces en su momento para intentar estimular el flujo sanguíneo.
Pero lo que padeció Auguste Deter no fue demencia vascular.
Con el paso del tiempo, su condición empeoró y comenzó a sufrir pérdidas recurrentes de memoria. Ya no recordaba su nombre ni cómo caminar y finalmente murió en 1906 por inmovilidad y una infección pulmonar.
Cuando Alois Alzheimer estudió su cerebro, se dio cuenta de que Auguste padecía tres condiciones biológicas nunca antes vistas en enfermedades como la demencia:
- En primer lugar, una atrofia de la corteza cerebral. Su cerebro era mucho más delgado de lo normal.
- En segundo lugar, placas seniles y neurofibrilares. Es decir, proteínas blanquecinas conocidas como amiloides que se han acumulado discretamente en los extremos de las neuronas.
- Y por último, los ovillos neurofibrilares. Una «maraña nerviosa» de material fibroso en las neuronas que llevó al científico a definir esta anomalía como un nuevo tipo de demencia.
En la Conferencia de Psiquiatría del Suroeste de Alemania de 1906, Alois Alzheimer presentó sus hallazgos sobre esta nueva enfermedad. Pero, por supuesto, no usó su nombre para definirla.
Allí describió estos tres cambios histopatológicos, junto con los síntomas del paciente Auguste y de otros tres pacientes de 45, 63 y 65 años que tenían una pérdida de memoria similar. Esto destacó el hecho de que la enfermedad de Alzheimer puede desarrollarse a partir de la mediana edad. El estudio se publicó posteriormente en la revista especializada «Allgemeine Zeitschrift für Psychiatrie und Psychisch-Gerichtliche Medizin», como una enfermedad de la corteza cerebral.
Alois Alzheimer afirmó sobre esta enfermedad que se trata de «un proceso patológico grave y raro que, después de cuatro años y medio, provocó la contracción de un número notable de neuronas». Estas anomalías no encajan en ningún cuadro clínico conocido».
Cuando la comunidad psiquiátrica descubrió que esta «enfermedad específica» era la causa más común de demencia, la llamaron «enfermedad de Alzheimer» en honor a su descubridor. Aunque, más precisamente, fue porque todos los científicos ya la llamaban así para no confundirla con los otros tipos de demencia.
Otras aportaciones científicas de Alois Alzheimer
Antes de que en 1912 le diagnosticaran una insuficiencia cardíaca mortal, Alois Alzheimer se convirtió en patólogo jefe de la clínica psiquiátrica de Múnich. Como resultado, se convirtió en un experto en neurosífilis. Una infección secundaria de la sífilis que afecta la médula espinal, creando una «parálisis general progresiva».
Este trastorno representó entre el 30 y el 40% de los casos clínicos que requirieron atención psiquiátrica en el siglo XX. Pero gracias a Alois Alzheimer, muchos pacientes pudieron recuperarse rápidamente. Esto se debía a los ejercicios de concentración, memoria y abstracción a los que lo sometía, para evitar entumecimientos y confusiones musculares.
Asimismo, este brillante científico fue el primero en hablar de los efectos neurológicos de la guerra.
Cerca del final de su carrera, Alois Alzheimer detectó una condición conocida como «neurosis histérica» en soldados que habían regresado heridos días después de la Primera Guerra Mundial.
Los pacientes tienen uno o más síntomas que imitan una condición neurológica.
En otras palabras, incluso si el paciente no tiene ningún problema cerebral evidente, sufre síntomas que le impiden volver a la guerra o al trabajo.
En 1912, Alois Alzheimer es hospitalizado por problemas cardíacos y renales. Tres años después, el 19 de diciembre de 1915, Alois muere y es enterrado en el Cementerio Central de Frankfurt am Main, junto a su esposa.
