Existe un estereotipo común de que los adolescentes duermen hasta la tarde y los mayores se despiertan al amanecer. Resulta que parece haber algo de verdad en este estereotipo y que, de hecho, es parte del proceso natural de envejecimiento.
Los expertos recomiendan dormir siete o más horas por noche y acostarse a la misma hora todas las noches. Sin embargo, a medida que una persona envejece, la cantidad promedio de sueño por noche disminuye en 30 minutos cada 10 años, y también tiende a acostarse más temprano y a despertarse más temprano.
Hay muchas razones por las que esto puede suceder, según iflscience.com.
A medida que envejecemos, necesitamos cada vez menos sueño. Un bebé empieza durmiendo unas 18 horas al día. A medida que envejecemos, empezamos a perder horas de sueño; en el jardín de infantes, los niños duermen alrededor de nueve horas por la noche y duermen más durante el día.
A medida que envejecemos, dormimos menos horas, pero nuestro sueño también es menos profundo. El sueño consta de varias fases: las etapas superficiales del sueño, denominadas N1 y N2, son las que ocurren cuando se inicia el sueño; Durante estas fases pasamos de estar despiertos a estar dormidos. Luego viene el sueño profundo, N3, y este es el sueño verdaderamente reparador, en el que descansamos (la fase REM, en la que soñamos).
A medida que envejecemos, pasamos más tiempo en sueño ligero y menos tiempo en sueño profundo y nos despertamos con más frecuencia.
Todo comienza desde el cerebro.
El patrón de envejecimiento y de dormir y despertarse más temprano está relacionado principalmente con el cerebro. Como muchas partes de nuestro cuerpo, el cerebro responde menos a medida que envejecemos.
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Hay ciertos marcadores que nos ayudan a determinar qué hora del día es, como la luz del día, las señales sociales, los horarios de las comidas y la actividad física. Si te encierran en una habitación sin luz y sin comida, además de ser una forma de tortura, sería muy difícil determinar si es de día o de noche y qué hora es.
En el caso de los adolescentes, sus cerebros reciben estas señales. Sin embargo, en los adultos mayores, estas señales no se conectan en el cerebro debido a la degeneración cerebral natural. Esta es también una de las razones por las que las personas mayores se cansan antes que las generaciones más jóvenes y prefieren irse a dormir más temprano y, por tanto, despertarse más temprano.
Los ojos juegan un papel extremadamente importante en este proceso.
Los ojos también desempeñan un papel importante a la hora de recibir señales externas y, por supuesto, la visión cambia con la edad.
«Curiosamente, una de las razones parece ser que los cambios en la visión que ocurren con la edad reducen la cantidad de estimulación lumínica que recibe nuestro cerebro, lo que juega un papel importante en ‘configurar’ nuestro reloj circadiano y mantenerlo en el camino correcto», dijo Profesora Cindy Lustig, miembro del Laboratorio de Cognición y Envejecimiento de la Universidad de Michigan.
Esto también afecta a personas que pueden tener cataratas, una afección común que normalmente afecta a las generaciones mayores. A medida que avanza la enfermedad, el cristalino del interior del ojo desarrolla manchas turbias.
Cuando las cataratas empiezan a aparecer, el ojo ya no puede procesar la información y la luz (especialmente la luz del atardecer), lo que provoca imágenes borrosas. Por las noches, en el caso de quienes padecen cataratas, los ojos le indican al cerebro que ya es de noche (aunque no del todo), que es básicamente la hora de dormir.
Esto afecta el nivel de melatonina en el cuerpo. La melatonina también se conoce como la hormona del sueño y sus niveles normalmente comienzan a aumentar cuando se pone el sol (cuando disminuye el nivel de luz). Si la presencia de cataratas hace que el cerebro piense que el sol se pone antes de lo que realmente lo hace, puede provocar que los niveles de melatonina aumenten prematuramente y hacer que sienta la necesidad de acostarse más temprano.
En general, acostarse más temprano y despertarse más temprano es una parte natural del proceso de envejecimiento.
