¿Por qué a los gatos no les gusta bañarse y odian tanto el agua?

Razones por las que los gatos odian que los bañen

Teresa Martínez Por Teresa Martínez 2 minutos de lectura
¿Por qué a los gatos no les gusta bañarse y odian tanto el agua?

Los gatos tienen fama de odiar el agua. Afortunadamente, rara vez es necesario bañar a un gato. ¿Pero alguna vez te has preguntado por qué odian tanto el agua?

No soportan que les entre agua en los oídos.

¿Por qué a los gatos no les gusta bañarse y odian tanto el agua?

Los gatos tienen orejas más grandes en relación con su cuerpo. Una oreja grande significa que existe una alta probabilidad de que le entre agua. Los canales auditivos de los gatos también son profundos. A diferencia de los humanos (y de la mayoría de los animales), a un gato le resulta difícil quitarse el agua de los oídos. El agua puede provocar una infección.

Por eso, incluso los gatos a los que les gusta nadar intentan proteger sus oídos del agua.

Quieren estar siempre listos para atacar.

¿Por qué a los gatos no les gusta bañarse y odian tanto el agua?

El pelaje mojado puede limitar los movimientos del animal. Aunque los gatos existen desde hace miles de años, todavía tienen los mismos instintos que sus ancestros lejanos. Los investigadores consideran a los gatos animales «semi-domesticados». Esto significa que estas mascotas siempre están atentas a posibles peligros y quieren mantenerse en buena forma en caso de que tengan que luchar o huir.

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Su pelaje no se seca rápidamente, por lo que se sienten incómodos cuando están mojados.

Un comportamiento heredado

¿Por qué a los gatos no les gusta bañarse y odian tanto el agua?

Los gatos domésticos son descendientes de felinos que suelen vivir en zonas áridas y secas. Estos ancestros felinos nunca aprendieron a nadar porque no había ninguna necesidad evolutiva de ello. Este comportamiento ha sido heredado por nuestros gatos modernos.

Desde el punto de vista del comportamiento, los gatos son generalmente menos tolerantes al cambio y a las nuevas experiencias que, por ejemplo, los perros. A un gato que nunca ha estado expuesto al agua probablemente no le gustará la sensación de bañarse. Un gatito que ha estado expuesto al agua con regularidad desde que era un cachorro puede adaptarse más fácilmente.

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Por Teresa Martínez Jefa de sección
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