En el misterioso entorno del interior de la abandonada central nuclear de Chernobyl, un grupo de investigadores notó que crecían hongos negros en las paredes del reactor nuclear núm. 4, destruido en la explosión del 26 de abril de 1986.
En 1991, se descubrió el llamado «hongo negro» u hongo radiotrófico creciendo en las paredes del reactor, lo que desconcertó a los científicos porque ese ambiente es uno que tiene una fuerte radiación.
Finalmente, los investigadores se dieron cuenta de que los hongos no sólo eran inmunes a la radiación, sino que parecían sentirse atraídos por ella.
Una década más tarde, los investigadores probaron algunos de los hongos y determinaron que contenían una gran cantidad del pigmento melanina, que también se encuentra, entre otras cosas, en la piel humana.
Resulta que estas especies están armadas con melanina, lo que les permite convertir la radiación gamma en energía química para crecer.
Los investigadores también sugieren que pudo haber ayudado a protegerlos de la radiación dañina. El microbiólogo Arturo Casadevall de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York dijo a Scientificamerican.com: “En muchos reactores nucleares, el agua radiactiva está contaminada con organismos melanocíclicos.ytú Nadie sabe realmente qué están buscando allí».
Niveles abundantes de melanina absorben la radiación y la convierten en energía química, del mismo modo que las plantas convierten el dióxido de carbono y la clorofila en oxígeno y glucosa mediante la fotosíntesis.
Es un proceso conocido como radiosíntesis y los científicos creen que podría usarse en beneficio de los humanos.
Tipos de hongos encontrados en Chernobyl
Entre los hongos que se «alimentan» de la radiación del reactor se encuentran: Cladosporium sphaerospermum, Cryptococcus neoformans y Wangiella dermatitis.
En 2007, investigadores de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York publicaron un estudio en PLoS One que describía cómo las radiaciones ionizantes promueven el crecimiento de ciertas especies de hongos, como los mencionados anteriormente, que se caracterizan por estar cubiertos por un pigmento de melanina.
Para Kasthuri Venkateswaran, investigador de la NASA que estudió de cerca los hongos en 2016: “Después de la explosión nuclear, los hongos fueron los primeros organismos en aparecer, y los científicos querían entender cómo podían prosperar en un entorno así. Los hongos recolectados en el lugar del accidente tenían más melanina que los hongos recolectados fuera de la zona de exclusión.
Esto significa que los hongos se han adaptado a la actividad de la radiación, y se encontró que hasta un 20% de ellos eran radiotróficos, lo que significa que crecieron en respuesta a la radiación; Les gustó este ambiente”.
El estudio publicado en PLoS One explica la capacidad de estos grupos para volverse más fuertes y resistir altos niveles de radiación, algunos incluso alimentándose de la radiación, como los llamados «hongos negros».
Hongos de Chernobyl en el espacio
Para aprender más sobre los hongos amantes de la radiación de Chernobyl, los investigadores del Laboratorio de Propulsión a Chorro enviaron ocho especies recolectadas en el área a la Estación Espacial Internacional (ISS) en 2016 para observar cómo reaccionarían los organismos.
El entorno de la ISS expone a estos hongos a entre 40 y 80 veces más radiación que en la Tierra, y los científicos esperaban que los hongos produjeran moléculas que pudieran adaptarse en medicamentos que podrían administrarse a los astronautas para protegerlos de la radiación durante misiones de larga duración. .
Hasta el momento, los resultados del experimento aún no se han publicado.
