La batalla de Kadesh: cómo el faraón Ramsés II se convirtió en un «protegido de los dioses»

Elena Garcia Por Elena Garcia 7 minutos de lectura
La batalla de Kadesh: cómo el faraón Ramsés II se convirtió en un "protegido de los dioses"

Todo el mundo conoce el nombre de Ramsés II. El «faraón constructor» dejó una huella imborrable en la historia con sus increíbles construcciones, encabezada por el templo de Abu Simbel. Pero para los egipcios de esa época, su grandeza no se basaba únicamente en los edificios. No, su divinidad surgió de un evento clave durante su reinado: la batalla de Kadesh.

Considerada la primera gran batalla de la Antigüedad, permitió al faraón adquirir una reputación sin precedentes. Sin embargo, sus hazañas militares ahora son cuestionadas e incluso consideradas propaganda orquestada por las autoridades.

La venganza de Ramsés II

El reinado del faraón fue uno de los más largos de la historia de Egipto, desde 1279 hasta 1213 a.C. Como otras figuras antiguas, Ramsés era venerado por su pueblo y temido por sus enemigos. Formado en el arte de la guerra desde temprana edad, fue nombrado jefe de los ejércitos a los 10 años por su padre y soberano, Seti I.

El ilustre faraón que desempeñó un papel importante en el desarrollo económico y cultural de Egipto, fue el primero en «arrebatar Kadesh» a los hititas, un pueblo de Asia Menor. Pero cuando regresó a su tierra natal, la ciudad fue recuperada casi de inmediato por sus oponentes. Cuando Ramsés II decidió recuperar Kadesh después de cinco años de reinado, su objetivo era doble: rehabilitar el nombre de su padre y demostrar a sus súbditos que siempre consigue lo que quiere.

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La batalla de Kadesh

Tanto los hititas como los egipcios reclamaron el reino de Amurru, situado en la actual Siria. En la frontera estaba Kadesh, una ciudad fuertemente fortificada en el valle del río Orontes. Una posición altamente estratégica, codiciada por ambos imperios.

El rey Muwatalli, jefe de los hititas, no tenía intención de dejar que la ciudad cayera tan fácilmente. Envió a sus espías para desinformar a las tropas enemigas, diciéndoles a los egipcios que su victoria estaba asegurada porque el otro lado era reacio a tomar las armas.

Después de un mes de marcha, el ejército del faraón finalmente llegó a las afueras de Kadesh en mayo de 1274 a.C. Ramsés II, confiado en infundir miedo a sus enemigos y creyéndose a salvo, ordenó una pausa para recuperarse. Pero justo cuando los soldados descansaban, Muwatalli y un batallón de 2.500 carros hititas lanzaron un ataque sorpresa. Indefensos, los egipcios intentaron resistir, pero las tropas enemigas se apresuraron hacia las tiendas reales.

Y así comienza la leyenda. Ramsés II, rodeado por los hititas, vio perecer uno tras otro a sus aliados y se lanzó a la batalla. Montó en el carro más cercano, hizo un arco y atravesó a las tropas enemigas, tornando la situación desesperada.

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Como protegido por los dioses, su determinación animó a sus tropas a luchar hasta el final. Este acto heroico sería objeto de un famoso bajorrelieve, y las historias sobre este momento se multiplicarían.

La evidencia era clara para sus súbditos: Ramsés II era un dios entre los hombres. Su regreso a Egipto lo impulsó al rango de faraón supremo, admirado por todos. Pero esta fantástica versión es ahora criticada por los historiadores.

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Aunque las fuentes hititas son pocas y muy raras, algunos documentos ponen en duda las hazañas militares de Ramsés II.

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El conflicto y su legendario coraje se relatan en el poema de Pentaour, escrito por su escriba. Como dice el refrán: «La historia la escriben los vencedores». Lo que sugiere que la batalla de Kadesh fue más una victoria personal que militar. Hay dos razones para esto.

En primer lugar, el conflicto no se desarrolló como se describe en los textos oficiales. El enfrentamiento fue un terrible baño de sangre, hasta el punto de que, para evitar nuevas masacres, se declaró un cese de hostilidades, seguido de un armisticio esa misma noche.

Además, el faraón se encontraba en una situación desesperada que podría haberle costado la vida. En realidad, su salvación provino de estrategas militares egipcios que anticiparon la amenaza de una emboscada enviando una división de barcos a Kadesh por mar.

Estos refuerzos obligaron a las tropas de Muwatalli a retirarse al río Orontes. Por tanto, Ramsés II no rechazó él solo a las tropas enemigas, como afirman los relatos.

Finalmente, ocho años después, Ramsés II conquistó fácilmente la ciudad de Kadesh en medio de una crisis de sucesión. Sin embargo, aunque podría haber reducido a polvo el reino hitita, concluyó el primer pacto de paz conocido. Al principio la toma de la ciudad fue un rotundo fracaso, luego una formalidad que no encontró resistencia.

Descifrando jeroglíficos

Pero su victoria también reside en su estatus casi divino, del que disfrutó después de la batalla. A través del poema de Pentaour, el faraón ocupa su lugar en el panteón de las figuras más importantes de la historia.

Pero fue una verdadera manipulación de los hechos. Como en los regímenes dictatoriales contemporáneos, el gobernador ocultó la verdad para mejorar su imagen. ¿Cuál fue el resultado? Este episodio está relatado en casi todos los templos, frescos y otros documentos. El famoso tratado de paz de Kadesh, motivo de admiración para el pueblo que veía en él a un diplomático grandioso, no benefició a Egipto.

Peor aún, tras la tregua y antes de la conquista de Kadesh en 1269 a. C., la mayor parte del territorio volvió al reino hitita. ¿La primera gran batalla de la Antigüedad y la primera campaña de propaganda?

Ramsés II forjó su leyenda. Sus habilidades militares no son mentira y sus actos de valentía fueron ciertamente cruciales para motivar a las tropas. Sin embargo, es difícil atribuirle todo el éxito de lo que fue sólo una victoria táctica para los egipcios. El famoso poema de Pentauro pinta un retrato glorificado del faraón, una verdadera estrategia para afirmarse ante los ojos del pueblo egipcio.

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